martes, 22 de enero de 2013

Día 5


Hoy no he podido estudiar mucho portugués porque Internet no ha querido funcionar y en su lugar, hoy he hecho historia. Angoleña, por supuesto. Ya os explicaré un poco porque no tiene desperdicio. Como en todas partes, conocer el pasado es imprescindible para entender el presente, y teniendo en cuenta que aquí justo comienza lo que nosotros entendemos por desarrollo, se puede decir que el pasado está demasiado cerca como para ignorarlo, no sé si me explico...


De la misma manera que Internet falla contínuamente, el teléfono no se salva. Es una odisea. Cuando Joan me llama sólo me oigo a mi misma, y luego resulta que Joan también se oye a si mismo. Podríamos pensar que el problema es de nuestros teléfonos, nunca se sabe, pero para qué engañarnos, no es nuestro. Y por si alguien tiene alguna duda al respecto, hoy he comprovado que el problema está en Angola y que es generalizado. Me he reído mucho viendo un programa de la TPA (la Televisón Pública Angoleña) en el que dos invitados expertos en X daban sus puntos de vista moderados por el presentador del programa. Era el típico programa informativo de las mañanas, y ha habido un momento en el que intentaban contrastar información vía telefónica con otras personas en Luanda. Y ahí se han quedado, en el intento, porque ninguna de las tres conversaciones telefónicas ha durado más de 15 segundos, se cortaba la cominicació e iban a por la siguiente llamada. Qué manera tan elegante de hacerles callar, ahora que lo pienso!


Por la tarde hemos ido a la embajada española, que hace un par de días me estuve informando y se ve que es aconsejable dejarse caer por allí si tienes planeado quedarte más de una semana. Está en la avenida 4 de Fevreiro, una de las calles que más se está modernizando en Luanda, y en consecuencia está destrozada, con vayas por todos lados. Hemos tenido que dar una buena vuelta entre en laberinto de vayas hasta llegar a la puerta, donde un militar nos ha pedido la documentación antes de dejarnos entrar. No sé por qué, esperaba encontrarme un edificio con paredes blancas y suelo brillante, quizás con alguna alfombra roja en las escaleras y pasamanos dorado con sus brillantes bolitas a principio y fin de cada piso, esas que todos agarramos aunque no lo necesitemos. En vez de eso, nos hemos encontrado con un edificio bastante abandonado, algo sucio incluso, y otro vigilante detrás de una mesa rota. Le hemos dicho que buscábamos la embajada española y nos ha señalado una puerta blanca y vieja que podría haber sido la de un lavabo tranquilamente. Dentro, una salita de unos cuatro metros cuadrados, con techo falso de diferentes niveles, un aparato de aire acondicionado de los más antiguos que he visto en mi vida, paredes que hace unos treinta años fueron blancas, un sofá negro de polipiel con zonas desgarradas, y lo mejor, un cuadro torcido en la pared de Juan Carlos I cuando tenía... 30 años!!??. Otro vigilante estaba allí sentado, evidentemente aburrido, y nos ha hecho el favor de avisar de que estábamos allí, en esa especie de sala de espera, y el lugar donde se hacen todas las gestiones. Lo que había más allá de la puerta por donde salía el funcionario que nos ha atendido es todo un misterio. Quiero destacar que no había ni un solo español en la embajada española. Me ha parecido ver a una mujer blanca dentro, en un rápido abrir y cerrar de puerta, pero creo que ha sido un espejismo! Hemos hecho un par de gestiones y alguna preguntita al señor que nos ha atendido muy amablemente y hemos vuelto al hotel.


En el camino al hotel, me ha hecho ilusión empezar a reconocer calles y glorietas, me gusta que haya imágenes que empiecen a resultarme familiares, aunque hay escenas que siguen sorprendiéndome muchísimo. Hoy he visto agujeros enormes y profundos en mitad de la carretera, y no exagero, porque si una rueda del todoterro pasa por encima os aseguro que no sale. Algunos agujeros de estos tenían palos largos dentro que sobresalían más de un metro para que los conductores vean el peligro de lejos. También he visto a un chico agachado cogiendo con las manos agua que corría por los bordes de la carretera, metiéndola en una botella, no sé para qué... Y basura, mucha basura por las calles en según qué zonas. Mucha suciedad estaba cerca de las basuras y contendores, lo que me dice hay algo que falla en el sistema. En contraste, también hemos pasado por una zona donde había casas para gente nada humilde, aunque las calles son bastante iguales para todos.


De todo un poco, se diría normalmente, pero yo diría "de todo un mucho".

2 comentarios:

  1. Amore!! És genil poder llegir tant detalladament el que esteu vivint. Així podem compartir un mica amb vosaltres aquesta super aventura!
    Ja et trobo molt a faltar!!!
    Un besoteeeeee pels dos!

    ResponderEliminar
  2. les reflexions cada dia són millors....mil petonets guapissima!

    ResponderEliminar