Este post está dedicado a la familia, pero sobre todo a mi abuela, que es a quién más le preocupa el tema: la comida.
Una semana después de llegar al hotel tuvieron el detallazo de ampliar el horario del restaurante, y la verdad es que es un lujo. Para desayunar de 6 a 10h, para comer de 12 a 15h y para cenar de 18 a 22h, es perfecto.
Para comer y cenar solemos ir a la hora que el cuerpo nos lo manda, sin complicaciones. Para desayunar ya es otra historia, porque Joan e Isaac se van a entrenar a las 6.30h y prácticamente abren ellos el restaurante. Y yo... bueno, yo casi que lo cierro, para qué engañaros!
Lo más importante es llevar la chaqueta, porque ponen el aire acondicionado demasiado fuerte para mi... "achís achís" en cuestión de segundos, ya me conocéis. Pero en cuanto me ven los pingüinos, digo, los camareros, tienen el detalle de apagar el aire acondicionado. Igualmente me he acostumbrado a ir con chaquetita y todo, no me va de ahí.
El restaurante no es muy grande, pero es más que suficiente. En el centro hay una mesa grande donde están las bandejas con la comida buffete que ofrecen. Normalmente hay entre 6 y 7 platos distintos a escoger, incluyendo siempre sopa, arroz, pasta, carne, pescado y patata hervida, todo esto en sus mil variantes. Llevamos aquí un mes y quizás han repetido algún plato tres veces, pero no más! No es que tengan infinitos ingredientes, pero tienen la habilidad de mezclaros de maneras ingeniosas que no están nada mal! También hay ensaladas, fruta y postres variados, la mayoría bizcochos con formas y colores distintos, pero que al fin y al cabo, son bizcochos. La sandía de aquí me recuerda mucho a ti yaya, nunca había visto tantas pepitas juntas! Aquí tendrías mucho trabajo para quitármelas todas, ¿eh? ;) Guapa, ¡te echo de menos!
Y hoy nos hemos llevado la gran sorpresa con una de las variedades de la pasta. Ayer confesé a mis amigas mi necesidad urgente de comer spaguettis con tomate solís y parmesano en polvo y... voilà! Sueño hecho realidad!! Ahí estaban, en el tercer gastro... Mamma mia, vaya plato de spaguettis con tomate frito riquísimo, carne y mozarella gratinada por encima que hemos comido!! Miris, Cristi, Marta, dentro de poco os hablaré de la nocilla o los donetes, a ver si tengo la misma suerte!
Pero lo mejor del restaurante, sin duda, es el mundo que se esconde bajo esa enorme mesa central. Está cubierta por un mantel que llega hasta el suelo, de manera que el vacío que queda bajo la mesa no se ve, pero que hace unas semanas descubrí que no hay ni un centímetro cuadrado libre! Guardan de todo ahí debajo, desde gastros hasta platos, cajas y alcohol de quemar, y seguro que algo más que se me escapa, pero prefiero no indagar mucho más, la verdad. A excepción de algún bichillo africano que se cuela en el restaurante, está todo muy limpito, así que no podemos quejarnos.
Los manteles yaya... te horrorizarías. No es que sean feos, porque además tienen el gusto de cambiarlos de vez en cuando, pero es que no hay ninguno que sea matemáticamente cuadrado. Deben medir las mesas como yo porque no encajan! ¡Te necesitan!
Y los viernes es el día estrella. Es el día en el que hay aún más variedad, pero todo es típico angolano. Hacen una pasta blanca que se llama funge, unas habas que se llaman feijou (o algo así) y alguna cosa más que no identificamos, además de, arroz y las patatas hervidas habituales. Al principio hacía gracia, pero el tercer viernes nos fuimos a la pizzería que tenemos al lado, ya era insostenible.
Pero el viernes pasado, la comida supuso un antes y un después en nuestras vidas. Mejor dicho, en las vidas de Joan e Isaac, porque yo fui incapaz... de comer una oruga. Buff, se me pone la piel de gallina sólo recordarlo, eeecs!! En el cuarto gastro, sospechosamente más pequeño de lo habitual, ahí estaban. Un montón de orugas del tamaño de mi dedo pulgar. Salteadas con cebollita, qué detalle. Y con todo el valor del mundo, Joan cogió un platito pequeño y una única oruguita en el centro, cual delicatessen. La de Isaac venía con la cebollita enganchada y todo. Mientra ellos se preparaban psicológicamente para comer eso yo fui escopeteada a por la cámara, una cosa así había que inmortalizarla. Y ya os podéis imaginar (y más abajo ver) a Joan cogiéndola con la mano, acercándosela a la boca y mirándosela detenidamente, autoconvenciéndose que "es como comer una gamba, sólo que no estamos acostumbrados". Y... ñam! Con media oruga entre los dedos, la otra media en la boca y una cara de asco impresionante, dijo que era crujiente por fuera y tierna por dentro, y entonces se la tragó. En ese mismo instante, se levantó y soltó un "no puc, ara vinc" y se fue. Cabe decir que no comió mucho más después, y no me extraña... por lo menos ya puede decir que ha comido Catatos, que así se llaman estas oruguitas. El valiente de Isaac repitió. Yo me limito a repetir "eeecss".
De verdad yaya, que dejando a un lado los catatos, comemos de maravilla! Muchos besitos!!
De verdad yaya, que dejando a un lado los catatos, comemos de maravilla! Muchos besitos!!
Hooooolaaaa des de Viladecans,
ResponderEliminarEstem molt contentes de saber que la vostra aventura africana va molt bé. Ens encanta descobrir el dia a dia a través dels escrits de l'Anna (que, per cert, escrius molt bé).
Esteu molt guapos, cada vegada esteu agafant més el color dels d'allà.
La nostra aventura catalana no és tan apassionant. Hi ha coses que no canvien: la crisi, la corrupció, Wert... A l'escola molta feina, ens tenen distretes.
Esperem veure i tocar aviat els nostres herois africans.
Petons,
Raquel i Berta.
Hola!!!
ResponderEliminarLa yaya dice lo siguiente (literal):
Que se alegra mucho que comas bien, es lo más importante. En cuanto a los manteles les enviará una cinta métrica de costura para que sepan lo que es medir un metro recto.
Que los de allí no tienen ni idea de lo bien que se come en España y sobre todo y lo más importante que te acuerdes de traerle una bandera para su colección.
Que se va a Sanlúcar para el primer aniversario del yayo y que cuando vengas te invitará a comer.
Que se encuentra bien y que hoy está con la tata comiendo conejo con caracoles.
La tata dice:
Ha cogido el mando de la tele y no lo suelta (oh my god) el blacky y ella se pelean por el sillón, él la mira y le ladra para que se vaya y ella no le hace caso.
Doncs res, ja veus la vida quotidiana, iaia mando, tata cuina.
Un petó molt fort de tots!!!!
Jajaja, tata, qué bona la yaya! Realment faria negocia aquí amb les seves habilitats de costura! Té tota la raó del món, com a casa, no es menja enlloc. Petoons!!
ResponderEliminarRachel, quina iluuu!! Realment estem gaudint molt de tot això! Ara ja no tant, però els primers díes eren una autèntica aventura diara, de vegades difícil de pair i tot. Però estem molt i molt bé, cada vegada més a gust, i ens encanta saber que compartim tot això amb vosaltres, guapes!! Un petó enorme per les dues!
ResponderEliminarHolaaaaaaa
ResponderEliminarNomes volem dir.... Joan, Ecsssssssss!!!!!
Anem al cotxe i li anava llegint al Sergi, i els quatre ens imaginavem un bitxo més petit i...... menys fastigos!!!!
Petons guapos!!!!!
Jajaja! Espero que el Max i el Roc no segueixin l'exemple del Joan, vigileu-los que ve la primaveraaa! Jjajaja! I estic amb vosaltres, ecsss!! ;) Fins aviat!
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