Ya sabemos dónde se esconden, por lo menos, la mitad de la población de Luanda de entre 12 y 20 años en un día festivo: la playa!
La semana pasada teníamos intención de volver a Mussulo, pero no había motoristas disponibles que nos llevaran al embarcadero, que está bastante lejos, y en su lugar decidimos ir a pie hasta la playa más cercana, la primera de la Ilha. Agua, gorra, bambas y a la aventura! Camina que caminarás, pasamos por algunas calles principales que aún no conocía, pero que se parecen a todas las demás porque las aceras están levantadas (de ahí que vayamos a la playa en bambas). Vimos edificios muy nuevos, otros muy viejos o mal conservados, eso no se sabe, y tiendecitas interesantes de figuras artesanas. En el trayecto también esquivamos montones de basura, porches oscuros que dan mal rollito, vigilantes de seguridad durmiendo en sillas delante de las puertas de lo que sea que se supone que están vigilando y evitando también gotitas de agua que caen de los aparatos de aire acondicionado a cada metro. Cuando nos cruzamos con un chico que llevaba una caña de pescar y luego a un hombre que vendía una langosta viva en plena calle, no había duda de que estábamos cerquita. En total, ni más ni menos que una hora de camino. Ya véis que la palabra aventura no se queda corta cuando se trata de ir andando a la playa! Y al llegar a la arena... toda la Luanda adolescente masculina estaba allí!! Y empieza el espectáculo...
Olvidaos de la típica escena de playa llena de color por los parasoles y toallas que inundan la arena, porque no. Erámos los únicos con toalla, además de otros tres hombres blancos que había por ahí. Parasoles, unos dos o tres, por decir que había alguno. Había grupos de chicos sentados en la arena y alguno suelto revolcándose y jugando con ella como si fuera la primera vez que va a la playa. Otros grupitos improvisaban rondos de futbol o se dedicaban a hacer piruetas que acababan con un planchazo en el agua. Unas piruetas impresionantes, que conste. Y lo de grupitos es una manera de hablar, porque parecía que todos eran amigos de todos, los grupos se formaban de manera natural dependiendo de lo que a cada uno le apetecía hacer en ese momento. En el agua también había muchos chicos, aunque ninguno pasaba de los tres metros mar adentro, donde el agua cubre del todo. Los más graciosos, sin duda, algunos que intentaban surfear con maderas o derivados, aunque no llegaban ni a la primera ola, jeje.
A los tres segundos, Joan al agua, y todas las miradas dirigidas a él asombrados por su valor de adentrarse más de cinco metros. Luego fui yo, y descubrí que si caminas más de tres metros de agua adentro ya no tienes que hacer nada más porque las olas deciden por ti. Ya hacen bien estos chicos siendo previsores, que sabiendo que la gran mayoría no sabe nadar, me haría sufrir verlos meterse mucho.
Tomamos el sol un ratito mientras les observábamos, aunque no aguantamos mucho porque el sol se hacía notar demasiado. Aun así, os dio tiempo a vernos metidos en un rondo involuntariamente, y más nos valía estar atentos porque el chico que teníamos más cerca no daba ni una con la pelota! Falló un chute que hubiera salido en más de un programa de la tele, y a mi se me escapó la risa!* El chico me miró, se quedó parado y... enseguida se le dibujó una sonrisa de oreja a oreja a él también. Me lo quedaba!! El contraste aquí es que también vimos a un hombre sin pierna. No es que me sorprenda que a un hombre sin pierna le guste disfrutar de la playa, más bien al contrario, me parece genial, pero mentiría si dijera que no me sorprendió su actitud tan natural. Se había quitado la pierna postiza y la tenía derecha a su lado, con la zapatilla puesta. Cuando tuvo ganas de bañarse se arrastró por la arena con mucha destreza y, al llegar a la la zona mojada se puso en pie y llegó saltando hasta el agua. Segundos después volvió junto a su pierna para seguir disfrutando del espectáculo de los chicos y las vistas al mar. Admirable la aceptación y adaptación de la situación. Quizás este comentario me lo podría haber ahorrado porque la actitud de ese hombre es la que debería ser normal, no lo sé, pero no podía ignorarlo.
Y el camino de vuelta... Otra hora más, claro! Pero con el típico cansancio que siempre se arrastra cuando uno va a la playa, aunque no hayas movido ni un dedo (sí papa, yo también me acabo de acordar del chiste! jijiji), y sin aguaaa!
Y el lunes, más playa! Aunque fue muy distinto todo, ya os contaré!
* Cuando escribo, me gusta leérselo a Joan antes de colgarlo, es mi capricho de compartirlo primero con él. El caso es que el Míster me acaba de decir que el chico no falló el chute, que era una estrategia para engañar a los demás jugadores... No se lo voy a discutir, está claro, pero voy a mantener mi visión de los hechos, que para eso escribo yo el blog! ;p
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