martes, 13 de agosto de 2013

Nuevas impresiones


Y cuando menos me lo espero, resulta que ya llevo una semana en Luanda. 

Las impresiones han sido muy distintas a las de la primera vez que pisé el suelo africano. Para empezar, diría que un 80% de pasajeros en el avión eran igual o más blancos que yo, cuando hace unos meses fue exactamente lo contrario. El primer golpe de aire de este lugar al bajar del avión que describía la primera vez, ya no me golpeó igual. Este olor tan característico ya era conocido y más fresco en mi cabeza de lo que hubiera dicho nunca. El peligro ya no me rodeaba y el calor... nada que ver con el de la primera vez. Ahora aquí vivimos en pleno caçimbo, ese duro invierno angolano que te obliga a llevar una chaquetita encima de la camiseta de manga corta cuando sopla el viento. 

Las carreteras, las aceras, los coches, los edificios y demás ya no me sorprenden, todo es "lo normal". La gente quizás es lo que veo más distinto: ya no son todo caras desconocidas, ni me parecen todas tan iguales. Ya distingo a ciertas personas del club, y aunque parezca absurdo, para mi es todo un logro! Me sabía fatal confundirlos a todos... Y tampoco tengo la sensación de que me miren tanto como antes, en parte porque he aprendido a ignorar las miradas, y por otra parte porque toda esa gente del avión también anda por aquí, no puedo ser la rara. 

Y el tráfico... definitivamente, a eso creo que no me acostumbraré nunca. 

En cuanto al piso puedo decir que Joan, él solito, ha hecho de este lugar un hogar. Yo sólo tuve dos días para desinfectar cada centímetro cuadrado e improvisar algún marco con fotos para que él estuviera a gusto cuando yo me fuera, y al volver, ha resultado ser que este humilde pisito es nuestra casita angolana. Y oye, no se está nada mal! Aún no me he encontrado ninguna desagradable visita cucarachil y Gina, la empleada del club que viene a limpiar una vez por semana, parece que las mantiene a raya. Aunque también hay que tener en cuenta que Joan tiene ojos en la nuca y espera cualquier despiste mio para rociar las esquinas con anticucal... Que lo sé!! ;) No deja de ser un piso muy humilde, pero está muy bien situado dentro de la ciudad y está bastante bien apañado. Ya colgaré fotos y explicaré cosas curiosas de este nuestro hogar que no tienen desperdicio.

Y a toda esta harmonía se le suma que no estamos solos. Ahora hay vida social aquí también. Para Joan empezó hace unos meses, cuando consiguió traer al club a Alex, un entrenador de futbol de Barcelona que también se ha aventurado a vivir esta aventura africana, y que a su vez ha traído a su pareja, Cati, que ha resultado tener una amiga que tiene otra amiga viviendo aquí. Total, que no estamos solos, y ahora ya podemos hacer planes de playa, de cenas y de barbacoas en grupo, cosa que se agradece muchísimo.

Ayer mismo fuimos a un partidito de futbol informal, de esos en los que un grupo de chicos sedientos de pelota alquilan un humilde campo y las parejas vamos a ver cómo juegan nuestros chicos, aunque a decir verdad no sabríamos decir qué equipo va ganando, ni a qué equipo pertenece cada uno, porque no nos hemos fijado ni en el color de la camiseta que llevan. Mil y un temas de conversación nos han tenido bien distraídas. Pero oye, hemos estado bien a gusto y hemos pasado un buen rato, aquí en Luanda.

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