Esta semana ha llegado uno de los regalitos más esperados desde que llegamos. Algo que para nosotros aquí no es un lujo, es una auténtica necesidad y según cómo lo mires, es sinónimo de alas y libertad... Os presento a nuestra queridísima "viatura":
No es nada del otro mundo, pero oye, es gratis y nos lleva allí donde queremos ir, cuando queremos, por donde queremos y como queremos. Que esto de tener a alguien que te lleva a todos lados parece fantástico, pero en poco tiempo cansa tener que depender de los demás para poder desplazarte a cualquier lugar. Así que con mucha alegría decimos "ciao ciao" a los motoristas! Y que conste que son muy majos! Pero tienen demasiado trabajo y no dan a basto, ahora quizás estemos todos más tranquilos, o no...
Y es que hay una parte negativa, aunque no tiene nada que ver con el precio de la gasolina, que es ridículo! 0,40 € el litro, y porque nuestro coche pide gasolina, porque un diésel aquí sólo se alimenta por menos de 0,30 €/l. Sí, nosotros también hemos pensado en fabricar una manguera de más de 6000 km de longitud, no intentéis plagiarnos la idea que es nuestra!
La auténtica parte negativa de tener independencia automovilística en Luanda es que nos exponemos directamente al peligro del fantástico cuerpo de policía existente en esta ciudad. Son de corona. Y nosotros, dos inofensivos blancos en tierra ajena, con coche nuevo, cara de "¿derecha o izquierda?" y, por suerte, con el cada vez más elaborado portuñol de Joan para sacarnos de los apuros.
Por comentarios que he hecho anteriormente, seguramente pensábais que el mayor de los peligros aquí al volante sería el caos de tráfico, que parecería lo normal a simple vista, pero no, los policías se llevan el premio gordo.
Sólo hace cuatro días que tenemos el coche y la lista de aventuras ya es considerable. A destacar en general, el impresionante sentido de la orientación de Joan (porque aunque lleva aquí cuatro meses de paseítos al lado de un motorista, no tienen por costumbre coger los mismos caminos para ir a los lugares, así que no lo ponen fácil) y mi papel de copiloto que aquí se reduce a "Buraco Alert", que consiste en avisar a Joan de cada agujero negro que hay en medio de la carreta mientras él se preocupa de que ningún otro coche se nos coma. "Buraco" es "agujero" en portugués y creo que, junto a "guardanapo", es una de mis palabras preferidas, define tan bien estos obstáculos!
Pues formando este equipazo, hasta el momento nos hemos aventurado sólo dos veces a descubrir Luanda. Digo "sólo", porque aunque tenemos el coche desde hace cuatro miserables días, ha sido tiempo suficiente para que nos parara la policía. Teniendo en cuenta la primera experiencia de Joan con uno de ellos, que acabó dejándole ir (a él y al motorista) a cambio de una plaza en el equipo de Joan para su hijo, y el encuentro que tuvimos de camino a Kissama, que no os conté pero que ahora sí lo haré, estábamos cagaditos. Lo de Kissama se resume en que una mujer policía pretendía multarnos (y ves a saber qué más) porque en los papeles del coche ponía que íbamos en un vehículo amarillo, y que a ella le parecía naranja. Ole tú! Podéis mirar las fotos de la entrada anterior, a ver qué opináis... En fin, que le preguntó a su compañero, de lejos, de qué color le parecía el coche, y por suerte contestó que amarillo y no tuvo más remedio que dejarnos ir.
Íbamos felizmente en nuestro coche nuevo descubriendo carreteras nuevas por obligación ya que las conocidas resultaron estar en obras ese día. Todo normal, ahora recto, ahora derecha, por ahí no se puede, pues vamos por allí, ahora otra vez derecha, luego izquierda y... ahí delante, el Departamento de Policía, con tres de ellos en la puerta de cháchara. Giramos izquierda otra vez porque a la derecha no había salida (era el párquing de los coches de policía) y nos alejamos poco a poco como si nada, aunque escuchando de fondo un "¡eeeh, eeeh!" lejano. Aunque los dos disimulamos sin decirnos nada, segundos después lo teníamos en la ventanilla, no hubo más remedio que parar. Lo primero que nos dice:
Poli: - Íbais en direccão contraria, multa.
Joan: - Voçê sabe quién soy yo?
Poli: - Não, multa!
Joan: - Não, não, não, ...
Poli: - Multa, multaaa!!
Joan le enseñó los papeles del coche que el poli miró sin mucho interés, ya que le llamó más la atención ver que teníamos dos entradas de palco ya usadas de un partido de fútbol, y luego llevó el coche hasta donde nos indicó, momento en el que tuve al poli en mi ventana y le dije:
Anna: - Dónde hemos ido contra direccão?
Poli: -Allí.
Señalaba el callejón que nos llevó directamente a ellos, donde evidentemente no había ninguna señal, pero ante la duda, al bajar del coche le pregunté:
- Dónde está la señal que diga que es direccão prohibida? No la hemos visto.
El poli insistió en que allí estaba, y yo le dije que me iba a buscarla porque yo no la había visto, pero me agarraba del hombro para convencerme con su explicación y sin dejarme ir. Joan les empezó a contar que trabajaba en el club de futbol y que les iba a llamar porque ellos iban a pagar la multa y no les haría gracia, momento que yo me escapé para comprobar que, efectivamente, se lo habían inventado, no había ni una puñetera señal. Parece ser que en ese momento Joan ya les había sobornado muy hábilmente diciéndoles que les intentaría conseguir entradas para el partido de esa misma tarde, pero mi enfado era demasiado grande y no pude evitar soltar que no había ninguna señal que dijera que íbamos en dirección contraria, a lo que el tío respondió que tampoco había una señal que dijera que sí se podía, cosa que me dió tanta rabia que le solté que en realidad nos habían parado porque somos blancos. Me quedé muy agusto pero la cagué porque a uno de ellos no le gustó nada escuchar una verdad tan absoluta en su cara vestido de autoridad, pero es que yo tenía que soltarlo. Por suerte en ese momento llamó uno de los jefes del club al móvil de Joan, él se lo pasó al poli y después de una larga conversación le volvió a convencer de que nos dejara en paz a cambio de entradas para el partido. Y ale, nos dejó ir, pero nos estropearon la mañana.
Rabia, impotencia y enfado, los tres juntos, reventaron en mí en forma de lágrimas minutos después. No soporto las injusticias (Naara tiene a quién parecerse...) y menos cuando las protagonizan quienes deberían ser los justicieros.
Pero lo mejor de todo, ha venido hoy. Hemos ido a las oficinas del club para que nos engancharan dos escudos del club que se supone que servirán de escudo policial también, aunque eso ya lo veremos... Además, nos han hecho un papelito con el escudo y sello que viene a decir que estamos protegidos por el club, esperemos que funcione! El momento "no sé si reír o llorar" ha venido cuando al darnos el documento nuevo, el trabajador del club ha visto que los papeles que tenemos del coche, los mismos que enseñamos al policía y que, por suerte, miró muy por encima, no eran los papeles de nuestro coche, sinó que los de otro, de distinta matrícula, modelo y color. Toma ya! Al final ha resultado ser que hasta tuvimos suerte con el poli... aunque a mi esto sólo me confirma lo que ya sabíamos, que nos pararon para sacar algún beneficio de dos extranjeros, y que el pretexto era lo de menos.
Más rabia, más impotencia y más enfado, pero ya sin lágrimas, que de todo se aprende.